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Mariela Vento

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24.07.2025 | 20:21 LA REALIDAD

Renuncias, estrés y abandono: la crisis policial se profundiza en todo el país

El caso de un efectivo mendocino que renunció por sobrecarga laboral y estrés vuelve a poner en foco el deterioro de las condiciones en las fuerzas de seguridad. Las bajas se multiplican, los sueldos no alcanzan y cada vez menos jóvenes se inscriben para ser policías.

Por Redacción Radio Uno Fuente: Frecuencia Azul

El caso mendocino que encendió la alarma

El portal Mendoza Today publicó el 22 de julio pasado la carta de renuncia de un agente de la Policía de Mendoza, donde el efectivo expone de manera cruda las razones de su decisión: estrés, sobrecarga de funciones, falta de descanso y problemas de salud. “Me encuentro pasando por momentos delicados de salud y no quiero llegar al extremo de enfermarme psicológicamente ni afectar a terceros por el estado en que me encuentro”, explica en su nota el agente, identificado como Jesús David Ayala, quien prestaba servicios en la Unidad Especial de Patrullajes.

No se trata de un caso aislado ni excepcional. Por el contrario, refleja un patrón que se repite de norte a sur del país, y que desde APROPOL Noticias venimos advirtiendo hace tiempo: las fuerzas de seguridad están colapsando, no por falta de vocación, sino por abandono estructural.

Más de 2.200 bajas en fuerzas federales en seis meses

Según datos relevados por este medio y publicados semanas atrás, entre enero y junio de este año más de 2.273 efectivos solicitaron la baja en el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, Gendarmería y Prefectura Naval. La principal causa es siempre la misma: bajos salarios, condiciones laborales agotadoras, escasa cobertura médica y nulo reconocimiento institucional.

En el caso de Gendarmería, por ejemplo, los sueldos de los agentes recién ingresados rondan los 700.000 pesos, cifra que parece abultada en términos nominales, pero que se evapora frente al costo de vida en ciudades como Buenos Aires, Bariloche o Rosario. Y esto sin contar los descuentos, las horas extras impagas, los traslados obligados y la imposibilidad de organizar una vida familiar estable.

Santa fe: becas indignas y salarios desmotivadores

La provincia de Santa Fe tampoco escapa a esta crisis. Hoy, el ISEP (Instituto de Seguridad Pública) no logra cubrir las vacantes para ingreso de nuevos alumnos, porque las becas de formación apenas alcanzan los 90.000 pesos mensuales, monto que no permite ni siquiera pagar un alquiler o un viático básico.

Una vez egresados, los nuevos suboficiales ingresan al escalafón con salarios que, en la mayoría de los casos, no superan los 400.000 pesos en mano, sin actualización automática, sin cláusula gatillo y con condiciones de servicio muchas veces inhumanas. La ecuación es simple: sin incentivo, no hay aspirantes. Sin aspirantes, no hay policía.

La tormenta perfecta: estrés, abandono y desprecio

A esto se suman otros factores que completan la tormenta perfecta: persecución sindical, disponibilidad arbitraria, cesantías por protestar, obras sociales colapsadas, y ahora, como si fuera poco, pedidos de legisladores nacionales para negar el uso de baños a policías dentro del Congreso, como hemos informado esta semana.

Todo esto genera una sensación cada vez más extendida entre los trabajadores de las fuerzas: nos usan, nos desgastan y nos descartan. No hay planificación seria, no hay carrera profesional que motive, y no hay contención emocional o institucional que acompañe.

Una advertencia que no se puede seguir ignorando

Los casos como el de Mendoza no son la excepción, son el síntoma de un sistema de seguridad que cruje por todos lados. Y cuando un sistema se sostiene a fuerza de sacrificio personal extremo, tarde o temprano, colapsa.

Advertimos que esta crisis no se resolverá con parches, sanciones ni discursos grandilocuentes. Hace falta una política seria, sostenida y humana que reconozca que los policías, gendarmes, prefectos y penitenciarios no son robots ni carne de cañón: son trabajadores, ciudadanos, familias. Y merecen ser tratados como tales.

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